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Por Yemeli Ortega

MÉXICO –

La aparición en una fosa clandestina de al menos cinco de los 12 jóvenes secuestrados en mayo en un céntrico bar de Ciudad de México desveló el temor, hasta ahora minimizado por autoridades, de que el crimen organizado opera en plena capital, advierten analistas.

Mientras el gobierno local sostiene que el rapto realizado a plena luz del día fue producto de un pleito entre pandillas locales, y que la capital permanece a salvo de los cárteles narcotraficantes que azotan buena parte del país, crecen las voces que contestan esta versión.

En esta megaurbe existe el “lavado de dinero, narcomenudeo, distribución (de drogas) tolerada en muchos casos por la propia autoridad”, dijo a la AFP Bernardo Gómez del Campo, experto y asesor en seguridad.

“Tarde o temprano, (el gobierno) tendrá que afrontarlo, prevenirlo y combatirlo”, demandó el especialista, con 23 años de experiencia en agencias de seguridad federales y de la capital mexicana.

La mañana del 26 de mayo, los 12 jóvenes, entre ellos un menor de 16 años, fueron secuestrados a bordo de varios vehículos a la salida del bar “After Heaven”, ubicado en pleno corazón de Ciudad de México, a unos metros de una sede policial y del transitado Paseo de la Reforma.

El viernes, casi tres meses después, se confirmó que los cadáveres de al menos cinco de esos jóvenes fueron hallados en una fosa clandestina ubicada en una zona montañosa en las afueras de Ciudad de México, donde en total estaban enterrados 13 cuerpos.

Los secuestros masivos y el ocultamiento de cadáveres en fosas son crímenes repetidamente vistos en otras zonas de México y atribuidos a los poderosos cárteles.

“Evidentemente hay una presencia de delincuencia organizada en la ciudad (…) Es increíble que no pudieron investigar antes”, comentó a la AFP Samuel González, exfiscal antidrogas de la Procuraduría General de la República (PGR).

Para este consultor en seguridad, lo más grave es que las autoridades de Ciudad de México “no pudieron encontrar los cuerpos, no tenían la menor idea de dónde estaban” y fue la PGR la que hizo el hallazgo y dio el anuncio el viernes, mientras el gobierno local guardó silencio.

Al menos dos de los jóvenes desaparecidos tienen padres que están purgando penas en prisión, y la mayoría de ellos vivían en Tepito, un colorido pero violento barrio de Ciudad de México conocido por su extenso mercado de contrabando, en el que se pueden encontrar desde DVD piratas hasta armas.

Al catear el bar Heaven, las autoridades hallaron droga y dos de los dueños fueron arrestados por su presunta complicidad con los raptores, mientras que un tercero fue hallado muerto y su cadáver calcinado.

La principal línea de investigación policial señala que el plagio se debió a una disputa entre las pandillas La Unión y Tepis, dedicadas a la venta de droga desde Tepito, donde recientemente han ocurrido hechos de violencia. A principios de junio, un comando armado irrumpió en un gimnasio y mató a cuatro personas.

Aunque el índice de homicidios aumentó en Ciudad de México de 817 en 2006 a 1,085 en 2012, la capital aún está lejos de los 2,783 asesinatos en Chihuahua (norte) o los 2,684 en Guerrero (sur) registrados el año pasado por el oficial Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Ante este panorama, Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad de México, insiste en que el caso Heaven no es un asunto de cárteles, sino un incidente “focalizado”. Sin embargo, tras el anuncio de la identificación de los cadáveres, un dispositivo de seguridad suplementaria, con fuerzas terrestres y aéreas, fue desplegado en Tepito y en la exclusiva Zona Rosa, donde se ubica el bar.

En julio pasado, el actual comisionado nacional de Seguridad, Manuel Mondragón, quien anteriormente encabezó la cartera de Seguridad de Ciudad de México, admitió que el crimen organizado se ha venido “cristalizando” en la capital.

Para Gómez del Campo, “el gobierno capitalino hace declaraciones muy legalistas”, pues en el caso de Tepito trasciende “un negocio de droga, con un intercambio de dinero, un producto, organización, eso es una definición de estructura criminal, no una pandilla”.

El secuestro en el Heaven “pasó en la zona más protegida de la ciudad”, subrayó por su parte a la AFP María Teresa Ramos, abuela del más joven entre los desaparecidos, Jerzy Ortiz.

“Ahora, cuando uno sale, no sabe si va a regresar” y desconfiamos de cualquier vehículo sospechoso estacionado afuera de los bares, añadió Penelope Ramírez, una joven de 26 años graduada en gastronomía y prima de Jerzy.