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Jaime Guaracas, comandante de las FARC y uno de los fundadores de ese grupo guerrillero, durante una entrevista en La Habana, Cuba. ADALBERTO ROQUE | GETTY
ADALBERTO ROQUE / AFP/Getty Images
Jaime Guaracas, comandante de las FARC y uno de los fundadores de ese grupo guerrillero, durante una entrevista en La Habana, Cuba. ADALBERTO ROQUE | GETTY
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Por Héctor Velasco

BOGOTÁ –

Surgida en plena Guerra Fría, la guerrilla de las FARC cumple medio siglo sin opciones de tomar el poder en Colombia, como soñaron sus fundadores, y comprometida en un plan de paz para cerrar un conflicto que ha desafiado a 12 gobiernos y dejado millones de víctimas.

En este tiempo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han persistido en una guerra de guerrillas de origen campesino que involucra a Estados Unidos y que desde los años 1980 alimenta el narcotráfico, también combustible de las otras violencias que se superponen en el país.

El 27 de mayo de 1964 “se produce el primer combate (…) A mucho honor fui yo quien disparó ese primer tiro ese día”, recordó apoyado en un bastón Jaime Guaracas, de 76 años, uno de los guerrilleros más viejos del mundo, en diálogo con AFP.

El grupo armado tuvo ese día su bautizo de sangre. El Ejército lanzó un ataque para reconquistar unas zonas del centro-oeste bajo influencia comunista conocidas como “repúblicas independientes”.

Allí, al frente de medio centenar de ex guerrilleros campesinos sobrevivientes de la violencia de los años 1950 entre liberales y conservadores, estaba Manuel Marulanda ‘Tirofijo’, fundador de las FARC que falleció en 2008 a los 77 años aparentemente de muerte natural.

“Los cinco guerrilleros que quedaron en (la localidad de) Marquetalia huyeron, se reunieron con ‘Tirofijo’ y escaparon”, evocó el general retirado Álvaro Tovar, de 93 años y quien encabezó como coronel la ofensiva.

Ese ataque contra “50 familias fue embrión de lo que 40 años después era un centenar de frentes de las FARC”, con unos 16,000 combatientes hacia finales de los años 1990, según el escritor y periodista Antonio Caballero.

Fue en esa época cuando las FARC emergieron como una amenaza para la seguridad: miles de militares muertos o retenidos, tomas sangrientas de cuarteles y secuestros masivos de civiles las volvieron temibles.

Hoy las FARC, con una fuerza diezmada de 8,000 combatientes, se enfrentan a un Estado con casi medio millón de militares y policías, y por cuarta vez tratan de negociar la paz e integrarse a la política, tras los fallidos intentos de 1984, 1991 y 1998.

Poco después de las FARC surgieron varias otras guerrillas en Colombia, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), todavía activo; y luego los paramilitares de derecha que en su guerra contra los rebeldes agravaron el conflicto.

Según el estatal Centro de Memoria Histórica, el enfrentamiento interno dejó unos 220,000 muertos entre 1958 y 2012, y Acnur cuenta 4.5 millones de desplazados. Mientras, el gasto militar pasó del 1.6% del PIB en 1985 a 3.3% en 2012.

Varias generaciones en Colombia, país con 47 millones de habitantes y tercera economía de la región, han mezclado su historia con la del conflicto armado.

Secuestro y narcotráfico

Tradicionalmente fuertes en el abandonado sur campesino, pero con menor influencia en ciudades, las FARC alentaron en principio la lucha radical agraria a la que se sumaron intelectuales universitarios.

Luego adoptaron el discurso marxista-leninista con la idea de tomar el poder, pero los golpes que recibieron a partir del gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) acabaron con el mito de que los guerrilleros sólo morían de viejos.

Tras Marulanda, Alfonso Cano asumió la jefatura de las FARC y fue abatido por el Ejército, en 2011, a los 63 años. Actualmente Timoleón Jiménez, un ex universitario formado en Rusia, de 55 años, es el comandante máximo.

“Hoy no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder” por las armas, pero tampoco de ser “derrotados totalmente”, según el sociólogo Alfredo Molano, autor de varios libros sobre la guerrilla.

El grupo ha sobrevivido gracias al reclutamiento de campesinos, incluidos menores llevados a la fuerza; a la habilidad para moverse entre selvas y montañas, y al financiamiento proveniente del secuestro y las drogas.

“Siempre ha sido un conflicto rural que ha llevado a muchos jóvenes del campo, por pobreza o aventura” a enrolarse, dijo Hernando Gómez, coautor del libro “El conflicto, callejón con salida”.

Libia Almanza, de 26 años, reclutada a los 10 y quien huyó cuando tenía 15, confesó a la AFP que dentro de las filas rebeldes muchos “no saben por qué es esta guerra”.

Enemigos de EEUU

En 2012, antes de iniciar en medio del fuego la negociación en Cuba con el gobierno de Juan Manuel Santos, las FARC anunciaron el fin del secuestro extorsivo, que les había valido un amplio rechazo popular.

Pero el mayor daño a su imagen internacional lo había causado el secuestro político de militares y dirigentes, como el de Ingrid Betancourt, quien duró seis años cautiva en lo profundo de la selva, muchas veces encadenada, antes de ser rescatada en 2008.

Al mismo tiempo su vinculación con el narcotráfico -aceptada parcialmente por los rebeldes- puso a las FARC en la mira de Estados Unidos, que considera a esa guerrilla como una organización terrorista.

Ahora son vistos como “ex comunistas narcotraficantes que conspiran contra Estados Unidos”, señaló Molano.

Washington financió desde la década pasada la mayor ofensiva contrainsurgente en este país, con más de 8,000 millones de dólares en ayuda militar a través del Plan Colombia.

Ya debilitados, los rebeldes dialogan con Santos, ex ministro de Defensa de Uribe y aspirante a la reelección en los comicios del 25 de mayo, quien está convencido de que no se puede acabar hasta “con el último guerrillero”.