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El sobrino fue atacado frente a la casa de su tío, en la cuadra 6500 S. Troy St.
John J. Kim / Chicago Tribune
El sobrino fue atacado frente a la casa de su tío, en la cuadra 6500 S. Troy St.
Chicago Tribune
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Javier Basdeda se despertó al escuchar un ruido fuerte y encontró abierta la puerta de su casa de Marquette Park.

Pensando que alguien había entrado, Basdeda llamó a su sobrino de 21 años para pedirle ayuda.

“OK Tio, ahorita llego”, le dijo el sobrino.

El joven llegó a la casa en la cuadra 6500 S. Troy St., unos 20 minutos después de la llamada y no tuvo tiempo de entrar.

Basdeda escuchó gritos, salió y vio a su sobrino tendido cerca del arco de la entrada de la casa alrededor de las 12:25 am del viernes. Trató de abrir la puerta principal, pero el cuerpo de su sobrino estaba apoyado contra ella, por lo que Basdeda salió corriendo por una puerta trasera.

“¿Quién hizo esto, mijo?”, le preguntó Basdeda. “¿Quién hizo esto?”

“Tío, no sé”, dijo el sobrino.

El joven fue trasladado al Advocate Christ Medical Center en Oak Lawn en estado crítico con dos heridas de bala, dijo la Policía.

El tiroteo puso nerviosos a los vecinos mientras los oficiales ‘barrían’ el patio con linternas y tomaban fotografías.

Un vecino dijo que oyó los disparos y corrió a ver a sus cuatro niños que estaban dormidos.

Otro vecino dijo que es muy vigilante y reporta a toda persona sospechosa a la Policía y con su concejal, después de que otra vivienda de la cuadra fuera baleada. Cecilio Morales, de 46 años, ha vivido ahí por cuatro años y organiza la fiesta anual de la cuadra.

El tiroteo más reciente fue hace cuatro meses, pero la violencia ha cesado desde que esa familia se mudó, contó Morales, un camionero.

Dice que continúa llamando a la Policía, pero cree que se necesitan más patrullas. “Es difícil, porque son pocos (los policías), hacen lo mejor que pueden … Llamamos, pero a veces no vienen”, indicó Morales.

Morales acababa de llegar a su casa el viernes en la madrugada cuando vio a la Policía en su cuadra.

Morales cree que los narcotraficantes del área atraen gente y problemas potenciales.

Por su parte, Frank García dijo que empezó a disfrutar la calma cuando los residentes de la casa del tiroteo de hace cuatro meses se mudaron. Su madre es propietaria de una vivienda desde hace 15 años, y conocen a casi todos de la calle.

Pero el viernes por la mañana, dijo que se sentía nervioso una vez más. “Nos preocupa”, dijo García, de 42 años, quien trabaja en un restaurante.

Los vecinos pronto se metieron a sus casas, y sólo Basdeda se quedó con la Policía. Le mostró a los detectives el daño en la puerta principal y respondió a sus preguntas.

Luego se sentó solo en su porche y comenzó a llorar.