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CHICAGO – Damas y caballeros, sean bienvenidos a la historia en un acto de la inexplicable y talentosa Julia Pastrana.

¿No han escuchado de ella? ¿Alguna anécdota o visto las ilustraciones de la mujer simio, la mujer más fea del mundo, la mujer oso, la mujer puercoespín o el “híbrido maravilloso”?

¿Amarillista? ¿Escandalosa? No. No soy quien ha catalogado así a Pastrana, la mujer mexicana, la sinaloense, la artista de la voz bonita, prodigiosa y con una gracia para la danza, que triunfó en EEUU y Europa en los últimos seis años de su vida.

Pastrana, cuyo aspecto físico, su cuerpo, fue la cárcel, “la cajita” donde guardaba sus talentos, su inteligencia.

Julia nació en 1834 en Santiago de Ocoroni, municipio de Leyva, Sinaloa (México). Padecía de hipertricosis generalizada congénita, un desorden genético que cubre de pelo la cara y el cuerpo, e hiperplasia gingival, que daba a su boca un aspecto protuberante. Era diferente. Mal vista.

Fue vendida a un circo como un objeto. Vendida varias veces para mostrarla en circos y ferias, primero en México y luego en EEUU, donde conoce a Theodore Lent, quien se casa con ella y, de esa manera, puede tener control sobre ella.

Lent la expone. La explota. A los 26 años Julia dio a luz a un niño que vivió sólo 35 horas y que padecía la misma enfermedad que ella. A consecuencia del parto, ella muere cinco días después a causa de fiebre puerperal, el 25 de marzo de 1860 en Moscú, Rusia.

Lent embalsama los cuerpos de madre e hijo. Y continúa con su negocio, hasta que una enfermedad mental lo lleva al manicomio y luego, a la tumba.

El cadáver de Julia permaneció expuesto hasta 1970. Posteriormente fue llevado al Instituto de Investigaciones Médicas de la Universidad de Oslo, donde permaneció hasta su repatriación a México este año.

El 7 de febrero, la Universidad de Oslo entregó los restos de Pastrana al gobierno mexicano y el 12 de febrero fue sepultada en Leyva, Sinaloa, en un ataúd blanco.

Se le enterró en una tumba, a prueba de actos de vandalismos.

“Va a quedar como una mosca dentro de un cubo de hielo”, ejemplificó el antropólogo Joel Barraza a Agencia Reforma.

Pastrana en Chicago

¿Les gustó la primera parte historia? ¿Les causó sensación? ¿Experimentaron un poco de dolor? ¿Se han replanteado sus cánones de belleza? ¿Se miraron al espejo? ¿Se sintieron presas de su cuerpo? o por el contrario, ¿valoran su libertad?

Los invito a ver a Pastrana. No, no a Julia, sino a la maravillosa y encantadora, trágica y honesta obra que presenta Colectivo El Pozo. Su apuesta más arriesgada como compañía y la más feminista.

Escrita por Raúl Dorantes y dirigida por Joel Valentín Martínez, “The Inexplicable Pastrana” se estrena este fin de semana en Chicago.

Los ensayos finales en el Marjorie Ward Dance Hall de la Universidad Northwestern, en Evanston, no estaban libres de cambios, de comentarios.

“No estoy seguro, Raúl”, le decía Joel Valentín a Raúl Dorantes, la tarde del domingo pasado.

Había que hacer cambios en el final.

“¿En qué momento le quita la sábana?”, pregunta Dorantes.

Paula Ramírez, la actriz que interpreta a Julia, tiene en ocasiones, momentos difíciles al decir sus líneas. Son textos dolorosos. Verdades de una historia de esclavitud, de una mujer atrapada, que sólo pide “la cambien de cajita”.

Como Julia, Ramírez tiene sus monólogos, sus discusiones que externará al público. Frágil como Pastrana, duda: “¿Quién nos puso la idea de lo feo y lo bello?”.

La mujer híbrido. La fabulosa. La mexicana fea. Loba, simio, oso, puercoespín, el eslabón perdido, la novedad. La talentosa. El híbrido maravilloso. La distinta. Julia es todo un estuche de rarezas.

Perseguido por Pastrana

Raúl Dorantes se topó con la historia de Pastrana hace 12 o 15 años. Le llamó la atención al ver una fotografía de ella en el New York Times.

“Me llamó la atención la fotografía de una mujer con barba, vi el nombre, en castellano y desde ahí puedo decir que ella no me ha dejado (risas) porque la he visto de forma intermitente, en el internet, en la televisión, o en algún lado, recuerdo el nombre desde ese momento”, contó el escritor y cofundador de Colectivo El Pozo.

Empezó a escribir la historia. Cuando en febrero Julia regresó a México y fue enterrada, hizo algunos cambios.

El cuerpo como algo sagrado, no aplicó en el caso de Pastrana. Esa idea fue una de las que interesó a Dorantes.

“El cuerpo de Julia en el Siglo XIX no es tan sagrado como el de otros, desde chiquita se le dijo que era fea. El cuerpo no es feo, es feo cuando uno siente que es feo, la idea de la obra y de la vida de Julia es este proceso de aceptación del cuerpo”, destacó el escritor.

Los conceptos de belleza, cánones, feminismo, la inteligencia, la ambición, el abuso y hasta la condición de una mexicana inmigrante, se plantean en “La inexplicable”, una historia donde todo tiene sentido.

En el Siglo XIX, marcado por la teoría de la evolución de Charles Darwin, Pastrana era una novedad. Una rareza para mostrar en el escenario, en vitrina.

“En ese tiempo había que mostrar que había gente más evolucionada que otra. El caso de ella (Julia) se prestaba para mostrar que los indígenas y las mujeres de alguna manera eran inferiores a lo europeo, al mundo de los hombres, y entonces había que explotarlo. El mundo la explotó”.

A Dorantes le gusta comparar a Julia Pastrana con la pintora Frida Kahlo. Ambas inteligentes, prodigiosas, limitadas por su cuerpo.

“Pastrana era una artista, pero no tuvo a su alrededor a alguien que la ayudara. Frida tenía sus problemas de salud, pero Frida tuvo el apoyo de su papá y luego al gordo Diego (Rivera). Julia tuvo es un proceso en soledad”, explicó.

En su obra, Dorantes incorpora dos personajes a la vida de Julia. Su abuelo Epifanio y un poeta ruso, que ve a Julia más allá de su físico.

Un poco de alegría en la tragedia

Como coreógrafo y director, Joel Valentín Martínez tenía la tarea de darle a la historia triste y pesada de Pastrana, un toque de comedia. Al puro estilo circense o de “freak show”.

“Quería celebrarla, en lugar de enfocarme en la desgracia -eso está claro en el libreto- como director y coreógrafo quiero usar la actuación y la danza para celebrar su cuerpo. Esta mujer sufrió tanto por su físico y me llegó la idea que que su personalidad tuvo que ser súper atractiva, que había algo más allá de su apariencia”, recalcó Martínez.

Una caja es un elemento recurrente en la obra. Una analogía al cuerpo, pero también a la vida atrapada y condicionada de Julia.

La historia de Pastrana merece y debe ser contada, dice.

Martínez nos presenta en la trama guiños que muestran a una Pastrana que exhibía a aquellos que abusaron de ella.

“Son cosas crudas, pero lo presento de una manera suave. La obra es feminista, Raúl le da voz a una mujer, que por seguro tuvo la capacidad de analizar todo lo que pasaba y si llegó a ser tan famosa, si fue parte del ambiente artístico del Siglo XIX, fue por algo”, recalcó.

Pastrana ofrece además un tono irónico de dónde debe ser enterrado uno cuando muera. ¿En la tierra que lo vio nacer o en aquella donde uno vivió más feliz?

El espectador que acuda a ver a Pastrana encontrará significados y lecturas diversas. Y quedará maravillado por Julia, que sí, fue y será distinta.

La inexplicable Pastrana de Raúl Dorantes

Con las actuaciones de Paula Ramírez, Ross Flores, Elizabeth Nungaray y Eric Wong.

Con diálogos en inglés y español /con subtítulos

Cuándo: Hasta el 17 de noviembre. Funciones jueves a sábado, 8 pm, domingo, 3:30 pm

Dónde: The Raven Theatre Complex, West Stage, 6157 N. Clark St.

Admisión: General $20, estudiantes $10

Información: 773.338.2177 o www.colectivoelpozo.org