Hace dos semanas, Manuel entró a sacar los botes de basura de una casa del área de Brentwood, en donde provee sus servicios de jardinería. Cuando salió se encontró con que todas sus herramientas de trabajo habían desaparecido.
“Nada más entré y salí, quizás ni 30 segundos, y ya se habían llevado todo. Yo creo que me estaban vigilando”, dijo el hombre que alcanzó a ver como una camioneta van de color blanco daba la vuelta en la esquina.
Manuel, el cual no quiso revelar su apellido, acababa de llegar a esa casa. La herramienta no estaba amarrada ni asegurada de ninguna manera. En total, cree haber perdido unos 2,000 dólares y su único consuelo es que “ya había acabado el día”.
Manuel no reportó el hecho a la Policía.
“La Policía se tarda como tres horas en venir y de qué me iba a servir”, agregó que mejor decidió irse a una tienda y comprar una nueva podadora y demás utensilios de trabajo.
Desafortunadamente, el caso de Manuel no es único en esa área de Los Ángeles.
Según el detective Gabriel Muñoz, de la estación Oeste del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), al menos 20 robos similares han ocurrido en Brentwood, Westwood y otras zonas circunvecinas.
“Tenemos muy pocas pistas, pero creemos que podría tratarse de un grupo de ladrones que se están enfocando en los jardineros. Podrían ser otros jardineros o alguien haciéndose pasar como jardinero”, explicó el detective.
En la mayoría de los casos, los malhechores se han robado el auto de los jardineros, abandonándolo a poca distancia y llevándose toda la herramienta.
Muñoz dijo que han aumentado los patrullajes en la zona y están pasando volantes e informando a los trabajadores sobre esto, advirtiéndoles no dejar las llaves en el auto o sus herramientas a la vista.
“Los jardineros se creen seguros por estar en un vecindario seguro, pero la realidad es que ahí son el blanco perfecto de estas personas”, dijo el Det. Muñoz.
El problema, indicaron algunos jardineros, es que en muchos casos son los mismos jardineros lo que compran la herramienta robada.
“Uno tiene la culpa porque algunos compran máquinas robadas”, dijo Trinidad Jiménez, quien lleva más de 30 años en este oficio.
Jiménez ya sufrió un robo similar en el Valle de San Fernando hace algunos años y desde entonces asegura sus máquinas con cadenas.
“También tratamos de que uno de nuestros trabajadores se quede afuera, mientras los otros andan adentro”, dijo Jiménez, oriundo de Zacatecas, México.
Rafael Rodríguez, también sabe del impacto de los ladrones.
Hace unos 10 años, le robaron su camioneta y herramientas a punta de pistola. Y hace unos dos años, los ladridos de los perros en la casa en que estaba trabajando le alertaron de que alguien estaba cerca de su camioneta.
“Cuando salí [un hombre] ya estaba con una tenaza tratando de cortar las cadenas”, dijo Rodríguez mientras trabajaba esta semana en una casa de Westwood, cerca de UCLA.
Pero admitió que las cadenas y los candados de nada sirven, si alguien llega armado.
“Esto es nada más para que les cueste un poquito llevarse las cosas, pero cuando te quieren fregar, te friegan”, dijo Rodríguez.