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El anuncio de la muerte de Osama Bin Laden le ha redituado al presidente Barack Obama un impulso en su popularidad, la cual había caído a sus niveles más bajos a raíz del alza de la gasolina e incluso entre alegatos que cuestionaban su nacionalidad estadounidense.

Sin embargo, la historia cuenta que esa popularidad dista de garantizarle a Obama la reelección en 2012.

El acontecimiento es “un gran impulso para él, como lo sería como para cualquier presidente”, dijo a

Tribune

Andrew Kohut, director del Pew Research Center.

“Este es la victoria más simbólica que pudiera haber tenido”, dijo Kohut. “Esto no es el fin de la guerra contra el terrorismo, pero es probable que sea vista como un enorme logro para el país”.

Así lo vio el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien aseguró que la muerte de Bin Laden “marca un hito en la lucha común contra el terrorismo”.

De acuerdo con los expertos, el éxito de la operación contra Bin Laden dificultará las aspiraciones republicanas en las presidenciales de 2012, quienes han esgrimido el argumento de que los demócratas son débiles en cuestiones de defensa.

“Esto puede considerarse creíblemente como un ejemplo más de un presidente dispuesto a mirar el éxito a largo plazo y alcanzarlo”, dijo a

Tribune

Bill Galston, ex asesor del presidente Bill Clinton. “También es probable que ésto genere una revaluación del aparato de la político exterior (de Obama), la cual no ha recibido exactamente una lluvia de alabos”.

Hace un mes, poco menos de uno de cada cinco estadounidenses consideraba a Obama un fuerte líder militar, según una encuesta realizada por

Reuters/Ipsos

poco después del bombardeo de EEUU y sus aliados contra Libia.

Casi la mitad de los encuestados por dicho sondeo consideraban a Obama como un comandante en jefe cauteloso y consultivo, y más de un tercio lo consideraba indeciso en asuntos militares.

Con todo y el repunte de su popularidad, sería demasiado aventurado augurar que Obama tiene prácticamente asegurada la reelección en momentos en que el déficit y el presupuesto federal han polarizado el Congreso.

Habrá que recordar que de los dos presidentes Bush gozaron de enormes índices de aprobación por arriba del 80% luego de campañas militares exitosas.

El presidente republicano George H.W. Bush (1989-1993) concretó con éxito la Operación del Desierto como se le denominó a la primera guerra del Golfo en que la que EEUU expulsó de Kuwait a las tropas del dictador iraquí Sadam Hussein.

Sin embargo, eso no le alcanzó a la hora de buscar la reelección, pues al igual que Obama, Bush padre tuvo que lidiar con reducir el déficit. Con ese fin, Bush tuvo que faltar a su promesa de campaña de “no más impuestos” al tener negociar con los congresistas demócratas un aumento de impuestos.

Desde entonces su popularidad se fue a pique junto con su reelección que perdió frente al demócrata Bill Clinton en 1992.

Después del 9/11, Bush hijo invadió Afganistán en busca de Bin Laden y alcanzó su máxima popularidad antes de terminar el 2001 con 85.7%, según Gallup.

Aunque ganó la reelección en 2004 contra el demócrata John Kerry, Bush hijo terminó su segundo mandato con uno de los peores índices de aprobación para un presidente saliente. En los últimos meses de su Presidencia su popularidad cayó a 25% quedando a tres puntos porcentuales del más bajo índice de popularidad de un presidente estadounidense registrado por Gallup: el de Harry Truman en febrero de 1952.