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Cualquier papá o mamá, sin importar la época, podría asegurar que para educar a un hijo no hay manual ni reglas establecidas -aunque sería lo óptimo-, sobre todo cuando se trata de abordar temas difíciles, como la sexualidad.

Aun ahora resulta complicado hacerlo. Sin embargo, la educación sexual debe iniciar desde los primeros años de vida.

Por ejemplo, enseñar a los pequeños a llamar por su nombre a todas las partes del cuerpo. Después, viene el respeto a los demás en el aspecto sexual, así como un comportamiento correcto ante la sociedad.

El pediatra Ismael Piedra Noriega dice que, poco después de nacer, las costumbres sociales establecen que el color azul sea para los varones, y el rosa, para las niñas.

“Aunque en los primeros años, los menores no tienen conciencia de su género”, agrega.

“El rol masculino y femenino es moldeado por las costumbres de la familia y la sociedad; a la niña le compran muñecas, y a los niños balones y carritos”.

Sin embargo, en esta etapa ellos pueden jugar con muñecas sin que exista problema alguno.

Por lo regular, es hasta los 2 o 3 años que empiezan a darse cuenta de su sexo.

Piedra Noriega comparte que, en ocasiones, cuando la maestra dice en la guardería: “Niñas, vamos al baño”, uno que otro niño de 2 años o menos responde a la instrucción, pero no tiene ninguna relación con la homosexualidad, simplemente es parte del desarrollo de su cerebro.

Luego, la educación continúa de acuerdo a las normas sociales. A los hombres se les permite ser rudos: gritar, tirarse al piso o brincar, mientras que de las mujeres se espera que sean tranquilas y luzcan bonitas. Por lo tanto, ambos sexos se adaptan a las reglas que marca la sociedad.

Respeto y pudor

En primera instancia, los papás deben iniciar la educación sexual con sus hijos llamando a los genitales por su nombre: si es niño decirle que tiene pene y testículos, y a la niña, vulva o vagina.

“Yo pienso que en algunos círculos sí hay padres con apertura”, menciona el también responsable de la guardería del Tec, “que sin importar quiénes estén alrededor no disfrazan estos términos”.

Así como se les pregunta, “¿dónde está tu nariz”, ¿dónde tienes tus orejas?”, lo mismo se debe hacer con los genitales.

“A partir de los 2 años, los niños realizan preguntas y se deben contestar lo más abiertamente que se pueda. De los 3 en adelante empiezan a desarrollar el pudor: se tapan, se esconden, y los papás deben enseñarles las reglas de comportamiento”.

Por el contrario, si el pequeño se pasea sin ropa en una reunión en la casa, hay que decirle: “cuando hay visitas es importante que no estés sin ropa. Hay que cumplir ciertas reglas. Al estar en convivencia no se puede estar desnudo”, explica el pediatra.

“También, enseñarles el respeto hacia el cuerpo de los demás. Explicarles que no se debe tocar a otras personas si éstas no quieren, desde darles un beso o un abrazo, sino tratar de jugar con ellas de una forma amable, ya que es también parte de la sexualidad”.

Bañarse o no con los papás

El especialista subraya que hay diferentes posturas de pediatría o sexología que pueden argumentar que es correcto que los niños se bañen con sus papás, pero para él es un tema de índole cultural.

Expone que en algunos países de Europa es normal que toda la familia, incluso los abuelos, se reúnan desnudos en el jacuzzi, pero en Latinoamérica, por ejemplo, es impensable.

“Yo creo que los niños deben ver el cuerpo como algo natural”, menciona. “Entre los 5 o 6 años todavía no tienen ese morbo ni el erotismo desarrollado, como el adulto”.

El niño es curioso, y si por alguna razón ve a su papá o mamá desnudos, lo recomendable es que actúen con normalidad. Tampoco es exhibicionismo, enfatiza Piedra Noriega, pero no es conveniente taparse y salir corriendo.

“Si la hija pregunta, ‘papá, por qué tienes eso?’, contestar: ‘Yo tengo pene porque soy hombre y tú no porque eres mujer’. En el caso de la mamá, decirle: ‘Esto es mi pecho, porque las mujeres lo tenemos’. Son respuestas sencillas y los niños se quedan satisfechos”.

Explorándose

Los chicos, como cualquier ser humano, tienen sensibilidad en su cuerpo.

“A partir de los 2 años se tocan las orejas, se chupan el dedo o se acarician sus genitales”, explica Piedra Noriega. “El niño puede tener erecciones o la niña puede manipular su clítoris, pero se están explorando, están descubriendo su cuerpo”.

Si los papás los observan, lo indicado es no asustarse ni regañarlos, sólo preguntarles: “¿a qué estás jugando?”, para distraerlos.

Sólo que la acción se vuelva repetitiva habrá que poner reglas, para que sepan que no es adecuado hacer esto en el kínder o ante otras personas, y si los padres lo consideran necesario pueden asesorarse con un especialista.

La educación sobre la sexualidad en casa facilita el posterior comportamiento en la primaria.

“Después de los 6 años, los papás se tienen que encargar de ajustar la información que les llega a los hijos, en el sentido de que los medios de comunicación son tan amplios que a cada momento los están bombardeando”, comenta el experto.

“Por ejemplo, explicarles que si un hombre y una mujer se besan es porque se quieren mucho, y los adultos lo hacen cuando son novios, pero los niños todavía no. Si es una pareja homosexual, darles una respuesta sobre la diversidad de parejas y familias, de acuerdo a su edad”.

El hogar es el lugar más seguro para transmitirle al niño una educación sexual desde los primeros años, subraya Piedra Noriega, ya que así podrá compartir sus dudas con sus padres en cada etapa de su desarrollo sexual, sabrá llamar a las cosas por su nombre y cuidar de su cuerpo.