Skip to content
El juez jubilado William Hooks llegó a desestimar casos donde un agente de Policía era el único testigo de un caso contra un acusado por no considerar su testimonio creíble. JOHN J. KIM/CHICAGO TRIBUNE
(John J. Kim/Chicago Tribune)
John J. Kim / Chicago Tribune
El juez jubilado William Hooks llegó a desestimar casos donde un agente de Policía era el único testigo de un caso contra un acusado por no considerar su testimonio creíble. JOHN J. KIM/CHICAGO TRIBUNE (John J. Kim/Chicago Tribune)
Chicago Tribune
PUBLISHED: | UPDATED:

Por Steve Mills y Todd Lighty

CHICAGO – A finales del año pasado, el juez William Hooks escuchó el tipo de casos que pasan por la corte principal del Condado de Cook diariamente y que, en la mayoría de las veces, acaban con un veredicto de culpabilidad y el acusado va directo a la cárcel.

Ahora la conclusión de la historia fue diferente.

El centro de atención era un veterano agente antinarcóticos de Chicago quien testificó que él y su compañero abandonaron una vigilancia encubierta relacionada con drogas para detener a una minivan que no señalizó que iba a dar vuelta a la derecha -y descubrieron aproximadamente 2 libras y media de cocaína en el vehículo.

Los abogados de los dos arrestados en el caso mencionaron que la historia no sonaba verdadera y pidieron que se retiraran los cargos antes del juicio. No había forma, dijeron, de que los agentes de una unidad especializada antinarcóticos abandonaran su vigilancia por una falta de tráfico.

Hooks estaba de acuerdo.

En un lenguaje que era inusualmente contundente incluso para Hooks, el jurista arremetió contra lo que otros jueces y abogados quienes trabajan en el sistema de justicia criminal del Condado de Cook dicen que ocurre demasiado a menudo: los agentes de Policía encubren la verdad sutilmente o mienten descaradamente desde el estrado de testigos. El resultado, dicen, es que a veces el inocente va a la cárcel y el culpable queda libre y el sistema judicial criminal es mancillado.

Una investigación documentada de Chicago Tribune encontró ese problema en más de una docena de ejemplos durante los últimos años en los cuales, los policías, según los jueces, dieron testimonios falsos o dudosos, pero en los que hubo pocas si alguna represalia contra ellos.

Ocurrió en audiencias de corte que involucró un ladrillo de cocaína valorado en $50,000 y una bolsa de $30 de heroína. En casos relacionados con armas, o lavado de dinero en cortes federales.

Los agentes llegan a los tribunales conscientes de que tienen la ventaja incorporada de su palabra contra la del acusado, y testifican con poco miedo a ser juzgados o disciplinados.

El Departamento de Policía de Chicago y la oficina de la Fiscal Estatal del Condado de Cook nunca hacen responsables a los agentes a pesar de asegurar que hay una política de tolerancia cero para agentes que no dicen la verdad.

El problema erosiona la confianza en el sistema de justicia criminal que el Departamento de Justicia federal, que como parte de una investigación de derechos civiles en el departamento de Policía, pidió al defensor público del Condado de Cook que le refiera casos con evidencias de que los agentes testificaron falsamente, según se enteró el Tribune.

Determinar si un policía mintió en el estrado de testigos o simplemente estaba equivocado puede ser difícil; el dictamen de un juez no necesariamente significa que un agente testificó falsamente de forma intencional.

No obstante, agentes de alto rango y fiscales se esfuerzan poco por llegar al fondo de lo que algunos abogados llaman “testilying” (testi-mentir)

La excepción: los casos en los que un video destruye el testimonio de un agente. En esos raros casos, los fiscales han actuado.

La oficina de la Fiscalía Estatal, en respuesta a las peticiones del Tribune, mencionó el jueves que su Unidad de Estándares Profesionales (PSU) ha comenzado a revisar varios casos para determinar si los oficiales cometieron perjurio. La oficina también emitió un recordatorio a todos los fiscales para recordarles sus funciones de notificarle a sus supervisores cuando la conducta de un agente o su credibilidad sea dudosa, según Sally Daly, portavoz de la oficina.

Lo que es más, la oficina expresó que generaría lo que se llama un “aviso de divulgación” -un documento que le indica a la defensa que la credibilidad de un testigo fue previamente cuestionada- para algunos de los casos destacados por el Tribune.

Los fiscales también intentan determinar por qué esos avisos todavía no se han generado en algunos casos. Varios abogados defensores le dijeron al Tribune que no han recibido esos avisos y mucho menos han escuchado sobre tal documento.

Anita Álvarez, fiscal estatal en el Condado de Cook, ordenó a los fiscales que notifiquen a las agencias de Policía cuando se generaba un aviso de ese tipo sobre algún agente.

Anthony Guglielmi, portavoz de la Policía de Chicago, mencionó que el departamento se toma muy en serio cualquier acusación de un oficial que mienta. Dijo que los agentes del departamento trabajan con sus “compañeros con la facultad judicial y procesal” para despedir agentes “tras una confirmación de perjurio”.

“Los oficiales prestan juramento de hacer cumplir la ley con el mayor grado de honestidad e integridad y simplemente no hay tolerancia o excepción para nada menos”, aclaró Guglielmi en un comunicado,

La noción de que los agentes dan testimonios falsos o no creíbles con impunidad son corroborados por un puñado de estadísticas. En cuatro años, desde febrero de 2012 a febrero de 2016, 11 oficiales de Chicago recibieron acciones disciplinarias por escribir un reportes falsos o hacer declaraciones falsas. Ninguno de los casos, sin embargo, fue por falso testimonio en corte, según los registros disciplinarios de la Policía.

“Nosotros los jueces nos sentamos y escuchamos estas cosas todo el tiempo”, comentó el juez jubilado Marcus Salone, del Condado de Cook, quien pasó 18 años en la Corte Criminal de Leighton y dos años como juez de la Corte de Apelaciones de Illinois antes de retirarse en 2012. “Pero no hacemos suficiente al respecto. Es un hecho”.

Tres males en la comunidad

En 2011, el oficial Gildardo Sierra fue un ejemplo de los problemas del Departamento de Policía a la hora de lidiar con balaceras policiales. Entre enero y junio, el veterano de 9 años en el cuerpo baleó a tres personas, lo que resultó con la muerte de dos de ellas. En la última de las balaceras, captado por una cámara de video de un vehículo de la Policía, Sierra disparó 16 veces a un hombre del sur de Chicago llamado Flint Farmer y las balas le alcanzaron siete veces, entre las que se incluye balas de cuando Farmer ya estaba en el suelo.

Ese año, Sierra fue origen de otro de los problemas persistentes del Departamento de Policía: Cómo testifican los oficiales en corte. El 21 de marzo -un día antes de la segunda balacera de Sierra- el agente declaró en el estrado en la corte de Hooks en relación de un juicio de un hombre llamado George Davis con cargos de posesión de un arma y marihuana. El testimonio de Sierra era vital para el dictamen.

En 2009, Sierra y un compañero, Steven Carroll, persiguieron una SUV con dos hombres en ella. Cuando el vehículo colisionó, los hombres huyeron, según Sierra. Supuestamente, Davis tiró al suelo un arma y una mochila negra con marihuana en su interior. Pero Sierra testificó que él y Carroll no recogieron la mochila o la pistola cargada si no que dejaron ambos objetos en un jardín frontal de una residencia al sur de Chicago.

Davis mantuvo su inocencia. Dijo que su vehículo fue robado y que lo había reportado a la Policía. Pero la Policía, al creer que Davis se inventó la historia, le arrestó y le acusó de uso ilegal agravado de un arma, posesión de marihuana y presentar una denuncia falsa.

El arma y la mochila se convirtieron en el tema central del caso. El abogado de Davis, Sam Adam Jr., dijo que el testimonio de Sierra y Carroll era “ridículo” “de risa” y dijo que era inexplicable que la Policía dejara atrás una prueba tan importante. En su declaración de apertura predijo que los agentes cometerían perjurio.

La asistente de la fiscal del Estado, Christina Brewer, defendió a los agentes. Insistió que sus explicaciones de arresto eran creíbles.

A lo largo del juicio, Hooks asumió el papel más grande. Como hacen los jueces a veces, interrogó por sí mismo al agente. Le preguntó por qué no recogió el arma y la mochila cuando eran clave para el enjuiciamiento. Un residente que paseaba su perro los encontró y se lo avisó a un agente que estaba en la zona.

Al final, Hooks dijo que no consideró que Sierra o Carroll fueran creíbles.

Luego habló de lo que dijo eran los tres males en la comunidad que todos quieren que dejen de estar en las calles: las pistolas, las drogas y la Policía deshonesta. Hooks puso énfasis en la tercera. “No he visto honestidad con respecto a los agentes de Policía de Chicago involucrados en este caso”.

Adam, en una entrevista, comparó el caso de la balacera policial fatal de Laquan McDonalds y cómo los reportes de los agentes en la escena del tiroteo diferían dramáticamente del video captado por la patrulla en ese caso. El video produjo protestas por toda la ciudad y enredó al alcalde Rahm Emanuel y al Departamento de Policía en un escándalo que llevó a una investigación del Departamento de Justicia federal.

“Se empieza mintiendo sobre las detenciones por marihuana luego quizá los robos, después tal vez sobre los arrestos por armas”, mencionó Adam. “Es un sistema que te premia por no decir la verdad pero que tiene condenas. Hay poder en las mentiras”.

Carroll no pudo ser contactado para hacer comentarios.

Sierra, quien dejó el cuerpo de Policía en agosto, dijo al Tribune que no sabía que Hooks encontró su testimonio falso pero insistió en que no mintió. Lo que es más, dijo que nunca escuchó nada por parte de los fiscales o el Departamento de Policía sobre las dudas que rodearon a su testimonio.

“Digamos simplemente que los jueces en el Condado de Cook son indulgentes con los delincuentes con armas de fuego”, mencionó Sierra.

‘Un regalo caído del cielo’

Los arrestos de Miguel Rodríguez y Antonio García y la incautación de un ladrillo de cocaína valorado en $50,000 encontrado en la minivan fue un caso importante. Cualquiera que lleve tanta cocaína es un actor importante en el negocio de la droga. Sacarles a ellos y a su producto fuera de las calles de Chicago era una victoria.

Sus abogados, Joseph López y Fred Acosta, creyeron que pudieron demostrar que los agentes dieron información falsa de cómo encontraron la cocaína y pudo llevar a que la cocaína fuera descartada como pruebas y se les retiraran los cargos. El plan de los abogados: usar las propias palabras de un agente para demostrarlo.

En una audiencia previa al juicio en noviembre, López y Acosta llamaron al agente Jorge Martínez como su único testigo. Martínez testificó que él y otro agente de narcóticos llevaban a cabo una vigilancia encubierta sobre drogas al sur de Chicago el 13 de agosto de 2013 cuando vieron que una minivan de color beige hizo un giro a la derecha sin señalizarlo. Martínez dijo que él y su compañero siguieron a la minivan, pusieron las luces de emergencia y le dieron el alto.

El agente testificó que cuando se acercaron al vehículo notó una “bolsa transparente anudada” en el suelo.

Al sospechar que contenía crack, él y su compañero arrestaron a los dos.

Martínez mencionó que registró el automóvil y encontró un bloque de cocaína debajo del asiento delantero. Luego de escuchar el testimonio de Martínez, el juez Hooks comenzó a interrogar al agente. Su escepticismo era evidente.

“Déjeme entender esto correctamente”, dijo. “¿Resulta que estaban estacionados en la calle cuando este vehículo pasó por delante de ustedes y cometió una infracción de tráfico, entonces, lo detuviste y los narcóticos valorados en $50,000 estaban en el vehículo?”.

“Correcto”, respondió Martínez.

En los argumentos de cierre, el asistente de la Fiscalía Estatal, Michael Vojta, defendió a los agentes. López y Acosta, sin embargo, mencionaron que la explicación de Martínez no tenía sentido. Un equipo encubierto, dijeron, nunca dejarían su vigilancia para detener a un vehículo que no efectuó una señalización de tráfico.

Hooks no se lo creyó tampoco.

“Este caso es una muy clara falsedad por el único testigo que testifica”, dijo el juez, según una transcripción de corte.

“La moción se concede y esta enorme cantidad de narcóticos queda anulada y suprimida gracias al agente Jorge Martínez”.

Martínez no pudo ser contactado para hacer comentarios.

Con la prueba descartada, los fiscales no tenían caso. Hooks dejó claro que no tenía otra opción más que dejar a los hombres libres, no obstante dejó claro que no tenía duda de que ambos traficaban con drogas.

“Por lo tanto, tu aprovechas todas las ventajas de lo que me parece que es un oficial de la ley u oficial de policía que mintió ante mí después de jurar decir la verdad”, dijo Hooks a los dos en una audiencia en enero, cuando los fiscales retiraron el caso, según una transcripción. “Le tocó un regalo caído del cielo”.

Luego que invalidó la incautación de cocaína en el caso de Rodríguez y García, Hooks dijo a Vojta, el fiscal, que quería llevar el caso a la atención del supervisor de Vojta, al igual que a los funcionarios del Departamento de Policía. Estaba preocupado, dijo, por si Vojta sabía cómo iba a testificar Martínez.

En efecto, Hooks mencionó que quería que los fiscales explicaran por qué Martínez no fue acusado criminalmente por su testimonio.

“Yo asumo que (los agentes) serán tan veraces como cualquier otra persona que testifica y quiero saber qué va a hacer la oficina del Fiscal Estatal sobre esta situación”, dijo Hooks a Vojta, según una transcripción.

“… No tenías un caso contra los acusados. Tenías un caso contra el agente de Policía”.

Un mes más tarde, un supervisor, el asistente de la Fiscal Estatal, Brian Sexton, fue a la corte y dijo a Hooks que la oficina estudiaba lo ocurrido.

Cuatro meses después, Martínez continúa en la calle aunque los fiscales dijeron al Tribune que están en proceso de revisión de su testimonio.

El ‘camino seguro’

Hay jueces que admiten saber que a veces los agentes mienten en el estrado de testigos. Pero muy pocos hacen o dicen algo sobre ello.

En efecto, un grupo de trabajo especial nombrado por el alcalde Emanuel recomendó reformas tras la balacera policial del caso McDonald, que encontró que los oficiales a veces mienten y que los jueces, fiscales y funcionarios de la Policía hacen poco al respecto.

“A pesar de que algunos jueces expresan abiertamente que descubrieron que el testimonio de un agente no era creíble, que se expliquen esos descubrimientos son una excepción”, menciona el reporte.

Al principio de sus años como juez, Salone dijo que a menudo expresó a los oficiales que no creía sus testimonios.

“No necesitaba dar rodeos”, recordó Salone en una entrevista reciente. “Yo decía simplemente, ‘agente, no le creo'”.

Pero Salone mencionó que alguien presentó una queja contra él ante la Junta de Investigación Judicial -la agencia que supervisa a los jueces- luego que convocó a policías en un caso y dijo que se le advirtió que tuviera cuidado con su lenguaje.

Los fiscales, mientras tanto, comenzaron a presentar solicitudes para que otros jueces escuchasen los casos de alto perfil.

Así que Salone mencionó que comenzó a desmentir a menos agentes y, en cambio, empezó a dictaminar a favor de los acusados sin comentarios extensos. Obtuvo el mismo resultado sin antagonizar a fiscales y policías.

Era lo que él dijo “el camino seguro”.

-Versión editada del original/Chicago Tribune

-Versión original en inglés,

aquí

.