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Al entrar al Mayan Theatre el jueves pasado, sabíamos que “Raiding the Rock Vault” era una suerte de tributo al rock clásico mezclado con musical y puesta en escena teatral. Pero, antes de que se iniciara el espectáculo, se nos ofrecieron más detalles al respecto.

Llegaron a través de John Payne, actual vocalista y bajista de Asia, quien precisó que los letreros que decían que el evento iba a ser filmado tenían más validez que en otros casos, porque lo que se presentaría esa noche se sumaría luego al material que se registrará supuestamente en otras presentaciones en vivo para darle vida a una película.

No precisó qué tipo de película sería ni el modo de lanzamiento que piensa dársele, y como no vimos realmente un gran desplazamiento de cámaras en el lugar -nada de tomas aéreas, por ejemplo-, suponemos un lanzamiento restringido o en video.

Otro detalle llamativo es que el show que se exhibió no parecía ser el proyecto completo; de no ser así, resultaría francamente inconsistente, porque su primera parte manejó una línea narrativa y de actuación que desapareció completamente en la segunda.

Claro que, en realidad, y a pesar de omisiones bastante notables, esa primera sección fue mucho más extensa y lograda que la posterior, porque se dedicó a la interpretación de canciones que, más allá de gustos personales, han dejado en el universo de la música una huella que todo el mundo reconoce, a diferencia de las que figuraron luego.

El eslogan del evento es “el mejor setlist jamás hecho”, y en esos momentos iniciales, hubo mucho con qué probarlo, porque en cuestión de minutos, se habían escuchado ya “My Generation”, de The Who; “Light My Fire”, de The Doors; “All Along the Watchtower”, de Jimi Hendrix; y “Honky Tonk Woman”, de los Rolling Stones. Mientras tanto, entre tema y tema, se desarrollaba una historia precaria pero entretenida que comenzaba con unos sujetos del futuro que descubrían una guitarra eléctrica en una selva antes ocupada por los mayas (lo que parecía justificarse únicamente por las decoraciones habituales del local) y que esbozaba después un relato sobre hippies pacifistas.

Pero la inestabilidad de la parte teatral vino subsanada por una interpretación musical que, en medio de algunos errores (nos sorprendió sobre todo que algunas partes de letras muy conocidas parecieran haber sido olvidadas por los encargados de entonarlas), resultó sólida y a veces excitante, debido a que se encontró en manos de músicos que la audiencia -no precisamente adolescente- parecía reconocer casi en su totalidad.

Los veteranos rockeros de “Raiding the Rock Vault” que tocan en vivo no son unas superestrellas, pero son sin duda conocidos entre la comunidad hardrockera internacional, sobre todo en lo que se refiere a Joe Lynn Turner, quien cantó en la etapa más comercial y popular de la gran banda Rainbow, y al guitarrista Tracii Guns, quien además de haber formado parte del embrión de Guns N’ Roses, contó con una difusión respetable en los ’80 gracias a su grupo LA Guns.

Pero, en lo que respecta a la banda estable, el que más destacó en realidad con sus fluidos y gráciles solos fue Howard Leese, quien se encargó de las seis cuerdas en Heart a lo largo de 22 años. También estuvieron allí Robin McAuley (Survivor), Paul Shortino (Rough Cutt, Quiet Riot), Jay Schellen (Hurricane), Andrew Freeman (The Offspring) y Michael T. Ross (Lita Ford).

De ese modo, cada uno de los presentes tenía la suficiente experiencia como para sacar adelante un repertorio de este tipo, y si bien la orientación general del conjunto fue demasiado glamorosa para nuestro paladar, los músicos se las arreglaron para que los trámites se escucharan con fuerza y resultaran además muy vistosos, ya que se cambiaron frecuentemente de atuendo para asumir el ‘look’ de los intérpretes originales e hicieron lo suyo mientras las pantallas que los rodeaban mostraban imágenes de las épocas respectivas y hasta los logos de cada grupo homenajeado.

Como lo dijo bien un asistente a la salida del local, la falta de una canción de los Beatles fue imperdonable, aunque desconocemos los detalles del proceso realizado para conseguir los derechos de cada tema (aunque Payne habló de un esfuerzo de 10 años). En todo caso, los resultados se plasmaron no sólo en omisiones y decisiones discutibles (¿”I Love Rock N’ Roll” en vez de algo de Janis?), sino también en la vibrante presencia de varios himnos del rock.

Además de los ya citados, estos incluyeron una excelente versión del “All Right Now” de Free en la voz de Lynn Turner, una predecible recreación de “Stairway to Heaven” con hasta tres cantantes, un poderoso ‘cover’ “Smoke on the Water” que fue brillantemente rematado por Lynn Turner -quien la cantó en el pasado al lado de los mismísimos Purple- y una recreación del “We Are the Champions” de Queen en la que Shortino dejó sorprendido a todo el mundo con su increíble habilidad para imitar a la perfección cada una de las altísimas notas originales de Freddie Mercury.

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