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El presidente Barack Obama tiene pocos logros que mostrar en su segundo mandato, ahogado por la inercia política en Estados Unidos y por crisis foráneas que han desafiado la influencia de la potencia mundial.

A seis meses de haber dado un motivador discurso inaugural al asumir su segundo gobierno, Obama se vuelve a encontrar en una situación ya familiar: golpeando su cabeza contra el muro erigido por la oposición republicana.

Grandes esperanzas de avanzar en temas como la migración, la economía y el sistema impositivo se diluyen, lo que podría significar que el último mandato de Obama podría estar centrado más en cimentar victorias de su primer gobierno que en ampliar su legado.

En un contexto de crisis en Medio Oriente, irritación en países aliados por los programas estadounidenses de espionaje y los constantes retos de Corea del Norte e Irán, Obama no tiene tampoco muchas esperanzas de sumar victorias internacionales.

Con el respaldo de los votantes, Obama fue ratificado en la Casa Blanca en noviembre pasado, pero ha tenido pocos momentos para celebrar desde entonces.

Ganó una batalla a los republicanos al lograr subir impuestos a los ricos, pero no logró aprobar una ley sobre el control de armas y ha tenido que prorrogar la implementación de parte de la reforma del sistema de salud, su éxito más importante.

Además, Obama ha debido dedicar gran parte de su atención al escándalo por la filtración a la prensa de los masivos programas de espionaje estadounidenses por parte del fugitivo exconsultor Edward Snowden.

“Barack Obama cayó en un pozo”, dice Peter Brown, director del Quinnipiac University Polling Institute, al mostrar resultados de una encuesta que revelan que el nivel de aprobación del mandatario ha caído a 44%.

La calificación de Obama en política exterior, uno de sus puntos fuertes durante la campaña electoral del año pasado, se desplomó a 40%, en momentos en que ha luchado por encontrar respuestas a crisis como la sangrienta guerra civil de Siria o el golpe de Estado en Egipto.

Obama esperaba que su holgado triunfo electoral sirviera de ariete para romper la férrea oposición del Partido Republicano, dedicado a entorpecer su gobierno.

Bloqueo inédito

“Tristemente, de manera frecuente, no recibimos cooperación del bando contrario”, se quejó Obama en un evento de su Partido Demócrata en junio pasado.

“Parece que están más interesados en ganar la próxima elección que en ayudar a las próximas generaciones”, lamentó.

Bruce Buchanan, especialista político de la universidad de Texas, afirma que el forcejeo de Obama con sus adversarios es inédito en tiempos modernos.

“No creo que haya habido otro presidente que haya sufrido una situación tan difícil, en términos del odio visceral que le tiene el partido contrincante”, explica.

El enfrentamiento tiene sus raíces en una confrontación ideológica entre los conservadores, que ven al gobierno como el problema, y el instinto de Obama de utilizar el poder del Estado para resolver los problemas del país.

En estos momentos, la mayoría republicana de la Cámara de Representantes amenaza con hacer naufragar una de las prioridades de Obama para su segundo mandato: una reforma migratoria integral que abra la vía para legalizar a once millones de indocumentados.

Aprieto político

El debate migratorio encapsula el aprieto político en el cual está inmerso Obama: su imagen es tan tóxica para los republicanos, que para lograr que se concrete alguna iniciativa, su mejor estrategia es mantenerse al margen.

En cambio climático, por ejemplo, como sabe que cualquier legislación que proponga será bloqueada, ha optado por escribir reglas más estrictas para contener las emisiones de las plantas de energía.

Sin nuevas victorias a la vista, Obama podría dedicar su segundo mandato a consolidar sus logros pasados.

Por ejemplo, su reforma de salud aún requiere de una delicada implementación, mientras que la economía estadounidense no termina de despegar del todo.

Obama no obtuvo demasiadas felicitaciones por haber contenido el colapso económico de su país tras llegar al poder en 2009, pero su papel, que incluyó el haber salvado a la industria automotriz, podría ser elogiado con el paso del tiempo.

“No estoy seguro de que se le haya dado mayor crédito por ello en el corto plazo”, dijo el experto político de la universidad de New Hampshire Dante Scala.

“Quizá, se le reconocerá más adelante”, señaló.

– AFP