Estoy a bordo de un auto totalmente eléctrico pero que, eso sí, integra un motor de gasolina. ¿Cómo es eso? Se trata del BMW i3 REX que utiliza el motor de combustión para mantener la carga de la batería.
En otras palabras, es una dinamo que no interviene en la tracción, como sí ocurre en vehículos híbridos.
En el tablero del auto hay dos indicadores. Uno pequeño en gris indica el combustible que hay en el tanque con capacidad para sólo 9 litros y que debería permitir avanzar 165 kilómetros.
El otro indicador es de azul, y es el de la carga de batería, que cuenta con autonomía para 198 kilómetros. En conjunto, estas fuentes ofrecen 363 kilómetros.
El motor, en todo caso, arranca automáticamente conforme lo vaya requiriendo el auto. Es silencioso, casi imperceptible. Y mientras avanzamos por millas y millas la carga de la batería no se reduce. Pero sí disminuye el nivel del indicador de gasolina.
Como es muy silencioso y trae un sistema de sonido Harman Kardon es un gozo escuchar la música. Uno se olvida de la velocidad y es capaz de alcanzar los 90 millas por hora con una magnífica estabilidad.
Se nos ha dicho y hemos leído que los autos eléctricos son sólo para movilidad urbana. No es cierto, bien nos pueden llevar a largas distancias, aunque hay que acostumbrarse al manejo, ya que, prácticamente, no se usa el freno por el efecto de recuperación de energía. Cuando uno levanta el pie del acelerador, el auto frena suavemente recargando la batería.
Ni hablar de la aceleración que, en los motores eléctricos, es inmediata.
Para concluir: fue una prueba de lo que será el futuro, empleamos para recorrer más de 700 millas tres cargas eléctricas y solamente 29 litros de gasolina. Maravilloso, ¿no?