Skip to content
Kellyanne Conway, jefa de la campaña del presidente electo Donald Trump, habla con la prensa en el Trump Tower, en ueva Tork, el miércoles, 16 de noviembre del 2016. (AP Foto/Carolyn Kaster)
Carolyn Kaster / AP
Kellyanne Conway, jefa de la campaña del presidente electo Donald Trump, habla con la prensa en el Trump Tower, en ueva Tork, el miércoles, 16 de noviembre del 2016. (AP Foto/Carolyn Kaster)
PUBLISHED: | UPDATED:

NUEVA YORK (AP) – A una pregunta en TV este año si Donald Trump, como presidente, mezclaría la política con los negocios, su hijo mayor, Donald Jr., dijo que eso no iba a suceder. El hijo, ejecutivo de la compañía de su padre, insistió en que los dos no discutirían negocios si el padre llegaba a la Casa Blanca.

Una tradición que data de Jimmy Carter a finales de los 70 es que los presidentes pongan propiedades personales como acciones en un fondo fiduciario anejado por un administrador independiente sin lazos con el ocupante de la Casa Blanca. Pero como en otras tantas áreas de la política, Trump parece listo para ignorar esa práctica tradicional.

El plan de Trump de entregar el control de su Trump Organization a tres de sus hijos y no a un administrador no puede ser considerado un fideicomiso independiente, dio Kenneth Gross, jefe de ley política en la firma Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom.

Incluso si el presidente electo nombrase un administrador sin lazos con la familia, eso no eliminaría el potencial de que Trump no use su nuevo poder sobre políticas para enriquecerse. Liquidar los activos de Trump sería muy difícil y por tanto él siempre sabría cuáles bienes posee.

Los votantes han temido desde siempre que funcionarios electos usen su poder para enriquecerse – o enriquecer a sus socios – y establezcan políticas para beneficiar sus intereses privados. Pero raramente un presidente electo ha presentado un potencial tal de conflicto de intereses.

Ningún mandatario previo ha traído consigo un imperio empresarial de tanta complejidad, oscuridad y oportunidad para auto beneficio.

Trump posee campos de golf, edificios de oficinas y otras propiedades en varios países. Tiene participación en más de 500 compañías. Tiene acuerdos de licencia para el uso de su nombre en hoteles y oros edificios en el mundo y ha estado consiguiendo negocios en aún más países – en el Oriente Medio, Sudamérica e India.

Gross dice que los activos de Trump son algo “sin precedentes” en magnitud y complejidad para un presidente, “una red” de conflictos potenciales que sería difícil de desenredar.

Y al parecer, Trump no tiene ni siquiera que intentarlo.

La ley no requiere que los presidentes establezcan fiduciarios independientes. De hecho, pueden dirigir sus negocios desde la Casa Blanca, aunque Trump dice que no lo va a hacer. Las reglas federales imponen límites estrictos a casi todos los empleados del gobierno y funcionarios electos para impedir el auto beneficio, pero esas reglas no se aplican al presidente.

Un área en la que el interés público pudiera chocar con el personal involucra la influencia de Trump sobre agencias federales cuyas decisiones afectan sus negocios.

Al convertir el edificio propiedad estatal Old Post Office en su nuevo hotel en Washington, Trump entró en un complejo acuerdo de alquiler y administración con la Administración de Servicios Generales. Como presidente va a nombrar al jefe de esa agencia.

Y uno de los prestamistas de Trump, el Deutsche Bank, está en negociaciones de acuerdo con el Departamento de Justicia sobre su papel en el descalabro de hipotecas que desató la crisis financiera del 2008. Trump nombrará también al jefe de ese departamento.

___

Bernard Condon está en http://twitter.com/BernardFCondon.