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La presidenta de Brasil Dilma Rousseff habla durante la inauguración de la Conferencia Nacional de la Mujer en Brasilia, Brasil, el martes 10 de mayo de 2016. (Foto AP/Eraldo Peres)
Eraldo Peres / AP
La presidenta de Brasil Dilma Rousseff habla durante la inauguración de la Conferencia Nacional de la Mujer en Brasilia, Brasil, el martes 10 de mayo de 2016. (Foto AP/Eraldo Peres)
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BRASILIA, Brasil (AP) – El Senado brasileño se acercaba el miércoles a una votación histórica sobre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, lo que pondría fin a 13 años de gobierno de izquierda en medio de una serie de crisis que aquejan al gigante latinoamericano.

Si una mayoría simple de los 81 senadores vota a favor, Rousseff será suspendida del cargo mientras se realiza el juicio, y el vicepresidente Michel Temer ocupará su puesto hasta por seis meses mientras se decide si la presidenta será, o no, destituida permanentemente.

El presidente del Senado, Renan Calheiros, dijo que desea que se vote el miércoles por la noche, por lo que el juicio a la mandataria parecía inevitable.

“Estoy solicitando la paciencia de todo el mundo porque necesitamos seguir con esto hasta concluirlo”, afirmó Calheiros ya tarde en el día, luego de que la cámara alta iniciaba su séptima hora de debates al respecto.

Pese a que el juicio político deriva de denuncias de que la primera mujer que preside Brasil en su historia violó leyes fiscales, el proceso se ha convertido en una suerte de referendo sobre Rousseff y su manejo del país en los últimos seis años.

Brasil está sumido en su peor crisis económica en décadas, en tanto que un enorme escándalo de corrupción en la paraestatal Petrobras ha afectado el estado de ánimo del país, incluso en momentos en que se prepara para ser sede en agosto de los primeros Juegos Olímpicos en América del Sur.

Los partidarios del juicio político culpan a Rousseff y a su Partido de los Trabajadores, o PT, por la parálisis de la economía y sostienen que el vicepresidente Temer, cuyo partido ha renunciado a la coalición gobernante, representa la única esperanza de reanimarla.

“Para mejorar la vida de la nación necesitamos quitarlos en este momento”, dijo el senador Magno Malta en referencia al PT a un grupo de periodistas reunidos afuera del Senado. “Comenzaremos a respirar de nuevo y el médico dirá que la nación está dando señales de vida y que estará estable pronto”.

El proceso para hacerle el juicio político empezó hace poco más de un año como una iniciativa a la que se pronosticaban pocas posibilidades. Pero el proceso fue tomando impulso, aparentemente en forma irrefrenable.

“Ha llegado el gran día” para “arrancar a la nación de las garras del Partido de los Trabajadores”, dijo el senador Ataides Oliveira, el quinto de los 63 senadores en la lista de oradores del miércoles.

Basta una mayoría simple de 41 votos para suspender a Rousseff, y los grandes diarios han contado al menos 50 sufragios a favor del juicio.

Algunos senadores partidarios del juicio dicen que tendrán al menos 60 votos, lo cual sería la señal de que son escasas las probabilidades de que Rousseff gane el juicio y reanude su mandato, el cual está programado para concluir en diciembre de 2018.

En el juicio, previsto para los próximos meses, al menos 54 senadores deben votar a favor de destituirla.

Según las encuestas, la mayoría de los brasileños apoyan juzgar a Rousseff, pero tienen poca confianza en los que están en la línea de sucesión presidencial.

Temer ha sido implicado en el caso Petrobras, lo mismo que el actual segundo en la línea de sucesión, Calheiros. El expresidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, que era segundo en la línea para llegar a la presidencia, fue suspendido hace unos días debido a denuncias de obstrucción a la justicia y corrupción.

Rousseff niega haber cometido alguna irregularidad e insiste en que, a diferencia de muchos de los partidarios del juicio político, no hay en su contra denuncias de corrupción personal. Al mismo tiempo, argumenta que las maniobras en el presupuesto fueron utilizadas por presidentes anteriores sin ningún problema por ello.

Insiste en que el juicio equivale a un “golpe de Estado” destinado a desmantelar los programas sociales que han sacado a unos 35 millones de brasileños de la pobreza abyecta en los últimos años.

Temer, del Partido Movimiento Democrático Brasileño, de tendencia centrista, niega que su intención sea desmantelar los programas sociales. Insiste en que quiere ampliarlos, aunque también señala que se debe aplicar la austeridad fiscal para sacar a Brasil del pozo.

Rousseff, una exintegrante de un grupo guerrillero marxista que fue encarcelada y torturada bajo la dictadura militar (1964-1981), fue la sucesora escogida de su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva, su mentor y un presidente que solía ser extraordinariamente popular.

Después de ganar la presidencia en 2010, se mantuvo en la cresta de la ola mientras prosperaba la economía, pero sus índices de aprobación cayeron junto con ésta. En 2014 ganó la reelección con el 51% de los votos.

Para colmo de males, a medida que caían los precios de las materias primas que son la savia vital de la economía brasileña, los investigadores comenzaron a descubrir una multimillonaria red de sobornos en Petrobras.