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Salud Hernández-Mora, corresponsal en Colombia del diario español El Mundo y colaboradora del periódico El Tiempo de Bogotá, habla por teléfono luego de ser liberada por el grupo rebelde ELN en Ocana, noreste de Colombia, el viernes 27 de mayo de 2016. (AP Foto)
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Salud Hernández-Mora, corresponsal en Colombia del diario español El Mundo y colaboradora del periódico El Tiempo de Bogotá, habla por teléfono luego de ser liberada por el grupo rebelde ELN en Ocana, noreste de Colombia, el viernes 27 de mayo de 2016. (AP Foto)
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BOGOTA, Colombia (AP) – La periodista española Salud Hernández-Mora y dos de sus colegas colombianos que habían sido secuestrados por la guerrilla del ELN fueron liberados el viernes en una remota región del noreste colombiano.

La primera fue puesta en libertad por la tarde, mientras que los otros dos, Diego D’Pablos y Carlos Melo, quedaron libres por la noche. Los tres dijeron que se encontraban en buen estado.

“Estoy perfectamente bien, no ha habido ningún problema”, aseguró Hernández-Mora a la radio local Todelar en sus primeras declaraciones poco después que fue entregada a una comisión integrada por miembros de la Iglesia católica y la Defensoría del Pueblo.

La comunicadora fue secuestrada el sábado pasado, mientras que los periodistas colombianos corrieron la misma suerte el lunes mientras indagaban el paradero de ella.

“Gracias a toda la gente que ha rezado, que ha estado conmigo”, agregó Hernández-Mora.

Más tarde, Hernández-Mora ofreció una rueda de prensa en el municipio de Ocaña, en el departamento de Norte de Santander, y relató que ella viajó hasta el municipio de El Tarra para hacer un trabajo periodístico. Explicó que allí fue abordada en la calle por guerrilleros del ELN, quienes le pidieron que los acompañara.

Ella no vaciló ni temió hacerlo porque, según sus palabras, “conozco el Catatumbo desde 1999”. En algún momento los rebeldes le dijeron que les entregara sus equipos y que se iba “a quedar unos días”. Le llevaron ropa, que se cambió por la que llevaba.

“Yo he sido siempre imprudente. Yo creo que un reportero tiene que ser imprudente; si no es imprudente, la mitad de las cosas no las conseguiríamos”, dijo.

Sobre cómo fue su cautiverio, precisó que la movieron varias veces de los cinco a siete sitios donde la mantuvieron como rehén, y sobre su soledad comentó que “la pasé mirando para el cielo, cuando era el cielo, y para el techo, si era el techo”.

Respecto de su futuro no dudó en afirmar que seguirá con su pasión de toda la vida: el periodismo.

Agregó que la práctica del secuestro “es la cosa más estúpida y absurda que hay. Yo no le veo justificación. No he sacado nada claro. Yo rechazo cualquier tipo de secuestro. Es un delito que se debería erradicar de la faz de la tierra”.

Añadió que estaba muy tranquila porque “he cubierto conflicto por muchos años, entonces esas cosas tampoco me impresionan”. Sólo la angustiaba la preocupación de su madre, de 86 años.

Medios locales habían mostrado sobre las 2100 GMT las primeras imágenes de una sonriente Hernández-Mora en compañía del sacerdote católico Ramón Torrado, en Ocaña.

Sobre las 7:00 de la noche del viernes hora local, RCN Televisión informó que sus reporteros D’Pablos y Melo habían sido liberados.

En medio de lágrimas, ambos enviaron mensajes de tranquilidad a sus familias, hablaron con sus allegados y dijeron que no veían la hora de abrazarlos.

Hernández-Mora es corresponsal en Colombia del diario español El Mundo y colaboradora del periódico El Tiempo de Bogotá.

“Quiero celebrar el regreso de Salud Hernández a la libertad”, dijo el presidente Juan Manuel Santos. Más tarde también expresó su alegría por la liberación de D’Pablos y Melo.

“Confirmamos que ya está liberada, hablamos en directo con ella”, había dicho monseñor Gabriel Ángel Villa, obispo de Ocaña y quien entregó al país la noticia.

El ministro de Defensa colombiano, Luis Carlos Villegas, había responsabilizado la víspera al ELN por la retención ilegal de los tres periodistas.

La liberación de Hernández-Mora, y de D’Pablos y Melo se dio mientras Santos estaba en el municipio de Tibú, ubicado en la misma región donde se produjeron los secuestros.

En el Catatumbo, un territorio con miles de hectáreas de cultivos de coca, operan varios grupos guerrilleros, bandas narco-paramilitares y narcotraficantes.