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CHICAGO

– Rosalinda “Rose” Montes estaba desconsolada. Caminando sólo unos pasos detrás del féretro de su marido E

zequiel “Zeke” Montes

, parecía que el dolor luego de más de una semana de su fallecimiento se había acumulado.

Ni los lentes oscuros que lucía ocultaban sus lágrimas. Nadie se prepara para las despedidas definitivas. Menos para decirle adiós al compañero de un proyecto de vida.

Los integrantes del mariachi afinaban sus instrumentos y repasaban algunas notas musicales del canto litúrgico “Adiós reina del cielo” y mientras las notas resonaban al interior de la iglesia y uno que otro asistente se unía en coro al mariachi, Rose caminaba despacio rumbo al altar del templo

St. Leonard

, en Berwyn, flanqueada por dos familiares.

Sus manos, a la altura del pecho, sostienen un lirio blanco que atesora. Pareciera que ésa sería la flor que acompañará a Montes a su última morada y que entregaría cuando llegara el momento.

La mañana del 7 de febrero era una de esas con aire melancólico. El clima tan cambiante de la ciudad -especialmente en febrero- parecía estar a tono con los familiares y amigos de Montes que se dieron cita para una misa de cuerpo presente.

La muerte siempre será para la humanidad un misterio, lo reafirmaba en el inicio de la homilía el sacerdote Alex Oyacoa, originario de Uganda y que se disculpaba por lo fuerte de su acento para hablar inglés.

“El inglés es mi tercer idioma”, lo decía con un poco de pena. No importaba. El inglés para muchos de los que asistieron al servicio religioso es su segundo idioma, sólo antecedido del español, como fue el caso de Montes, un inmigrante mexicano que llegó a este país a los 3 años. Aquí se hizo de un lugar en los medios de comunicación en su primer idioma.

Es curioso siempre en los funerales cómo podemos unirnos sin conocernos y participar de un dolor particular de una familia por la pérdida de un ser querido y convertirlo en un dolor colectivo.

El de Montes no fue la excepción. No importaba si lo conocías o no, si simpatizabas o no con él. Eso era irrelevante. Lo que importaba era decir adiós como Dios manda. De buena fe.

A diferencia de los funerales de México, los de EEUU se hacen días después de la muerte del ser querido.

Esos días sirven como una especie de receso, para digerir el dolor. Sin embargo, nada se compara con decir adiós para siempre.

Al final de la misa en honor a Montes, Kirk Whisler, presidente de

Latino Print Network,

dio un discurso para recordar a “su compadre” y amigo de toda una vida. Describió a Montes como un líder asombroso.

“Usualmente los líderes no son gente agradable, porque se concentran en hacer su trabajo. Zeke era un gran líder y un gran ser humano”, dijo Whisler, a quien varias veces se le entrecortó la voz al hablar de Montes y compartir divertidas anécdotas de quien fuera “su brazo derecho”.

El servicio fúnebre fue, más que todo, un recordatorio de su vida, un tributo a su trayectoria y legado.

Fundador de Tele Guía Chicago y quien al momento de su muerte era presidente de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas (

NAHP

), la cual presidió en varias ocasiones, al momento de su muerte a los 64 años dejó no sólo viuda a Rose.

A Montes le sobreviven Christina, Patricia, Eduardo y Esteban y diez nietos.

Su nieta mayor lo recordó como su “cómplice”, como su segundo padre.

Es curioso cómo siempre la muerte de un ser querido une familias y comunidades y el poder que tiene para lograr que a alguien se le valore más de lo que se hizo en vida.

Tele Guía, la publicación que fundó Montes hace 27 años, es una empresa de familia. Sus hijos, Patricia, Christina y Eduardo, seguirán con el negocio rindiendo tributo al esfuerzo de su padre por hacerlo su pequeño imperio, su comuna.

La NAHP tiene como presidente interino a José Luis B. Garza de la publicación El Periódico USA y que cuando Montes estaba a la cabeza, era el vicepresidente. Será hasta octubre de este año, en la próxima convención de la NAHP en Anaheim, California, que los miembros de la organización decidan quién será su nuevo titular.

Al término de la misa, al salir del templo, una bandera estadounidense cubría el féretro de Montes antes de subirlo a la carroza fúnebre que lo llevará a su última morada, el cementerio St. Mary en Evergreen Park.

Zeke ya no está. Pero deja su legado. Para siempre.